(El inicio de esta historia lo puedes encontrar en mi blog…)
Después de investigar un poco más decides que la evidencia respaldando al tratamiento del Dr. Gonzalez no te convence. Sabes que no será fácil, pero decides seguir mejor por el camino sugerido por tu médico e inicias el tratamiento de la quimioterapia. Sabes que el pronóstico tampoco es muy bueno, pero quieres tratar de hacer lo mejor posible con tu vida, y aprovechar el tiempo que tienes para disfrutarlo, en la medida de lo posible, al lado de tu familia, tus amigos y tus seres queridos.
No es nada sencillo, tu vida entera se tiene que planear ahora en torno a tus tratamientos. Durante una semana, tienes que ir al hospital, recibir intensos tratamientos y pruebas todos los días. La semana siguiente te sientes francamente mal. No tienes mucho apetito, y a veces ni con muchas ganas de salir. Después tu apetito comienza a mejorar, pero te sientes aún cansado y débil. Finalmente, a la tercera semana de la terapia, comienzas a sentirte con más ánimos de salir e incluso dar paseos con tu familia. A la siguiente semana, sin embargo, te toca de nuevo continuar con el tratamiento y el ciclo continúa de nuevo.
Así continúas con tu vida, salvo las subidas y bajadas ocasionales de ánimo y la fatiga que sientes sobre todo en la semana de tratamiento, puedes seguir viviendo una vida relativamente normal. Sales con tu familia y tus amigos, quienes te han apoyado en todo momento y disfrutas mucho el tiempo con ellos. Algunos de los planes y objetivos que tenías en la vida—visitar aquel sitio, leer aquel libro—los logras llevar a cabo.
Así consigues pasar tu primer año luchando contra el cancer. No siempre fue fácil, pero con el apoyo de los médicos y de tu familia pudiste sacar el mejor provecho de este tiempo. Unos meses después comienzas a sufrir, y cada vez más frecuentemente, de complicaciones. Tus médicos hacen siempre todo lo que está en sus manos, sin embargo 14 meses después de haber iniciado el tratamiento, finalmente falleces.